miércoles, 1 de diciembre de 2010

Cri, cri, sol

[Exterior Día (muy exterior y muy día, digamos mediodía).]

Misiones, acto escolar en fin de año. Algunos de guardapolvos blancos, blanquísimos, otros en remeras; zapatillas y pantalones cortos para todo el mundo. Noviembre y un calor de morirse.

El abanderado transpira y se va a desmayar en quince minutos más. La mamá le puso corbata para la foto y él casi no puede respirar. El piso late bajo las Topper de lona.

-Termina un año más en la epopeya educativa y, aunados en el esfuerzo y la voluntad de ser cada día mejores personas, docentes y alumnos llegamos (enfatizando la elle) al final de un nuevo período lectivo -la señorita mira a la audiencia por encima de los lentes, da vuelta la hoja y carraspea-. ¡Quinto grado, nos vamos a quedar todos acá hasta que Ustedes se decidan a quedarse quietos! -grita con una voz increíblemente aguda.

Y sigue y sigue por varios minutos que parecen días para mis orejas ardidas de sol y tinclazos del gordo de atrás que me susurra "cuatro ojos, cuatro ojos", como gran insulto.

En un momento, la directora, sobre el final emotivo del discurso en el que ya han ido ingresando representantes de jardín y preescolar, lanza una frase como una bomba, ilustrada por una ronda de vestimentas típicas enanas que miran desconcertadas desde el escenario: -... en este crisol de razas que es la Argentina, somos hermanos, iguales -entornando los ojos al cielo, arrobada en inspiración divina.

Y veo a mis compañeros, imaginando al crisol como un girasol... no, más grande todavía, como un jardín de flores de distintos colores que hacen a la riqueza y belleza del conjunto.

Pero un crisol no tiene nada que ver con eso, es un recipiente para fundir metales, y la analogía tiene que ver con fundirnos en una nueva raza. Con un país como un recipiente, una nación como un balde de fundición, donde se homogeiniza, se funde, se alía, se aliena, se pierde.

Algo hace ruido en ese discurso a fines de los años ochenta y todavía me hace ruido ahora. No sé si está claro, pero yo no quiero fundirme en ningún crisol.

1 comentario:

  1. el sol de hoy es sol que hizo que Mersault dispare al árabe en el " El exranjero", el sol, usado ingeniosamente por Camus provoca el efecto menos esperado: la muerte.

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