lunes, 7 de diciembre de 2009

Las mujeres al poder

Esto no va más... Estos meses de silencio pagarán su ausencia.
Esta semana cambian las cosas en Filigranas y las mujeres tomaremos la iniciativa.
Se aceptan ideas, muchachas, amigas, argentinas y de todo el mundo. Escríbanme a maragunt@gmail.com.

Muchachos... prepárense, una revolución se aproxima.

miércoles, 20 de mayo de 2009

¿Qué?

Mirame, escuchame, leeme, escribime.
Primero fueron los ojos, todo lo demás era un caos. Capturar tu mirada, al menos por un minuto, hace que todo sea mucho más fácil, más verdadero. De alguna manera lográs que el mundo deje de girar, simplificás todo, lo hacés más fácil, más concreto. Hay veces que no, que los dos nos enredamos y se nos hace insoportable. Otras, vos no querés servir a mis propósitos y es razonable; me doy cuenta cuanto te absorbo en estas etapas.


Corría en una cárcel oscura y gris, como si fuera de piedra, como una película sobre la segunda guerra mundial: paredes y alambrados, frío y miedo. Me deslizaba por un pasillo sin techo que iba angostándose cada vez más, de manera que en un punto era imposible seguir avanzando. Pensar que el cielo estaba ahí arriba y yo tan inmovilizado acá abajo, tan apretado, agitado y sin aire.

Me desperté con poca fuerza, como si el descanso fuera insuficiente. Me imaginé el suplicio que sería tener que levantarme todos los días para cumplir un horario en una radio, por ejemplo, y no tuviera más opción que levantarme sí o sí para esos noticieros de 6 a 9 de la mañana. Después, al entrar al baño, me cruzo con la mirada de Mateo que sonríe desde su cama; se despertó contento, se desenrieda de las sábanas y dice buen día.

De esa manera comienzo a acomodar todas las cosas que salieron de su lugar durante la noche. A algunas se me ocurre que es mejor dejarlas a la vista, a otras las pateo debajo de la alfombra mientras cierro fuerte los ojos y las narices para alejar todas las sensaciones. Las cosas se iluminan despacio, van ganando cuerpo y se alejan los fantasmas.

No es una cárcel, pienso, son elecciones que cierran algunas posibilidades y abren otras, son caminos. Algunos senderos se angostan y no se puede avanzar más, habrá que buscar otros nuevos para seguir caminando, me convenzo a medias. No se camina para llegar a algún lugar sino para seguir caminando, para avanzar, para no dejarse caer, para no caerse y dejar, de esto sí estoy seguro.

jueves, 23 de abril de 2009

Ocupación

¿Qué? ¿Acaso Uds. nunca estuvieron tan ocupados que no podían hacerse tiempo para las cosas importantes y placenteras de la vida? ¿O es que siempre estuvieron conectados fantásticamente con sus emociones y objetivos? ¿Qué? ¿Quieren más?

Colaboren entonces. Tiren alguna idea. Conociéndome, tal vez por el simple hecho de contradecirla, surja algo interesante.

jueves, 26 de marzo de 2009

Cartas 1

Nueva serie en frecuencia exacta. Sí, claro, seguí todos los consejos que me dieron, sólo que hay que saber interpretarlos.

[La serie completa fue reunida aquí.]

martes, 24 de marzo de 2009

Anuncio de nuevo relato



El jueves 26 de marzo a las 22 hs. comenzará un nuevo cuento en frecuencia exacta.
Ya hay un tema que da vueltas y algo está escrito, pero podrá cambiarse si hay alguna propuesta interesante.
¿Qué les parece? ¿Qué les gustaría leer?

No vengan con que cualquier cosa estaría bien porque nunca es lo mismo, nunca.

Nota: Como siempre, la casa se reserva al derecho de hacer lo que se le cante.

sábado, 21 de marzo de 2009

Mateo y la poesía

“El viento está durmiendo, no lo despertés.”
Mateo Morin (3 años) – 19/03/09



¿Alguien tiene una metáfora mejor?

miércoles, 18 de marzo de 2009

Tómese cada ocho horas

Este es un relato en dosis, una receta médica, una fórmula.
Será publicado exactamente cada 8 horas hasta que encuentre su final aliviando suficientemente los síntomas que han provocado su producción.


[La serie completa fue reunida aquí.]

martes, 10 de marzo de 2009

Aforismos 5

El corazón tiene razones,
y la razón, escalera de corazones.

Dime con quién andas
y si tiene hermana
o se prende en un trío.

A caballo regalado
revísalo con cuidado. (El Rey de Troya)

Di siempre lo que piensas
y aburrirás a todo el mundo.

Gato con guantes
no deja huellas.
Gato con botas
no teme a la lluvia.

domingo, 1 de marzo de 2009

Valsecitos en 54 semanas



Un cuento publicado en 54 semanas, la página del fotógrafo Erik Molgora en la que participan varios escritores poniendo sus relatos a distintas imágenes.

Link: 54 semanas
Link: 54 semanas - Valsecitos - Esteban Morin

jueves, 26 de febrero de 2009

¿Cómo sirve la literatura para hacer un mundo mejor?

Tuve la oportunidad de charlar largamente sobre el valor y la utilidad de la literatura en general y la argentina en particular con mi amigo Patricio Pron, un gran escritor que al fin está recibiendo el reconocimiento merecido por su trabajo. Coincido con Patricio en que la literatura de un país, de los escritores de un país o de una región, aunque también los de una lengua o los de todas en general, deben contribuir a la voluntad de transformación, que esta forma de arte –y de vida– debe impulsar a un mundo mejor.

Esta voluntad adquiere muchísimas formas: de denuncia, de testimonio, de reflexión, de reflejo, de parodia, de esfuerzo por llevar al absurdo. En mi caso particular, de lector ecléctico e indisciplinado, y de escritor casi privado y desconocido, entiendo que la voluntad de transformación de la literatura se realiza cuando permite habilitar ciertas emociones. Después de muchos floreos, de muchos amagues y escondites, de erudiciones o simples bofetadas, finalmente lo que sobreviene es eso, lo que persiste. Leo y escribo para encontrar emociones, para vivirlas, para contarlas, para estar ahí y acá. Muchas veces el sentimiento es el enojo, otras el desencanto, el miedo, el tedio, el entusiasmo o el amor. Esa es la fuerza que encuentro en lo que leo y que desearía alguien lea en lo que escribo: la búsqueda permanente por sentir y ser.

Veo en la literatura un ejercicio de entrenamiento que va abriendo posibilidades, una expansión personal, una ampliación de uno mismo que lleva a una mayor o más profunda sensibilidad. Al menos así debería serlo o para eso debería servir la literatura, y para eso sirve en la mayoría de los casos, aunque escritores, editores y lectores inventemos otras cosas. No hace falta que la crítica autorice o desautorice un texto o a un autor. Si una obra es sólo una distracción o tiene carácter pasatista ¿quién tiene la capacidad de decidirlo? En el otro extremo, hallo que los libros que impulsan grandes objetivos o ideales son, en general, un pelmazo, una desconexión de la realidad.

Toda literatura es útil porque nadie es dueño de su lectura ni de la forma en que esa lectura influye en la vida de las personas. Barthes decía que la verdadera lectura empieza cuando uno levanta la mirada del papel y asocia la historia con su propia vida. Creo que la literatura sirve porque funciona más allá, cuando uno camina por la calle de un pueblo perdido, escuchando el llamado insistente de las chicharras, y de alguna manera entiende, de alguna forma se le hace carne, lo que sintió un soldado atrincherado, un amante embelezado en una noche de verano, una madre, un músico, un pintor desahuciado, un revolucionario, un ciego, un niño golpeado, un explorador perdido en la nieve, un pirata o un bibliotecario.


Esteban Morin
Febrero de 2009

martes, 20 de enero de 2009

Sueño que hace agua


En un puerto inundado, llegan pasajeros en barcos que se amarran a atracaderos invisibles. Soy el único que halla extraño caminar con el agua a la cintura. Los demás, aún cuando se desplazan con dificultad por momentos sumergidos hasta el cuello, parecen (o simulan) encontrar muy normal toda la situación.

El mar (o es un inmenso río) hace que todo sea más lento: los movimientos, los contactos… los pensamientos.

Me quedo con ganas de ver un sol que nunca termina de salir.


La imagen es un dibujo propio.

viernes, 16 de enero de 2009

Aforismos 4

Cabalgan Sancho, señal de que tienen caballos.


Ladran Sancho, señal de que son perros.


Sanchan Perro, señal de que e'sancho.


Señalan Pancho, ladro que tienen dedos.

jueves, 15 de enero de 2009

Mateo y el amor

Creo que ella me vio llegar primero ya que de lejos la noté toda alborotada y atropellada. Me causó una impresión profunda. Es que ahora me doy cuenta que uno no puede prepararse para estas cosas y aunque no fuera una cita a ciegas, fotos y explicaciones siempre iban a quedar cortas. En verdad me asusté.

Durante los tres primeros días que fui a visitarla me quedé a cierta distancia, siguiendo los pasos del protocolo de seducción que indican la observación, la simulada indiferencia, la aproximación paulatina. Después me fui aproximando lentamente, caminando en dirección oblicua como si en realidad tuviera que acercarme pero sólo para poder llegar a otro lado más allá o más acá.

El cuarto día, animado un poco por los tíos que actuaron de celestinos y me empujaban con palabras sutiles pero persistentes, fue el primer saludo tímido, un contacto frío del que los dos rehuimos rápidamente. Ella volvió enseguida buscándome como si quisiera cerciorarse de que realmente nos habíamos besado, pero yo no quise insistir más. Sé que normalmente es así: los varones solemos ser más tímidos, o al menos yo soy siempre más recatado que cualquier mujer con la que me relacione. Después de ese primer momento no hubo más insistencia –creo que en respuesta a un gesto de mamá– y no se habló más del tema por el resto del día. Tal vez los intimidó mi expresión seria y distante. Es que si de lejos me había impactado, mucho más al estar a pocos centímetros: no paraba de parlotear entre gemidos y respiraciones, golpeaba todo a su paso con una energía incontenible arremetiendo contra y entre la gente y la arena.

Cuando dejábamos la playa ese último día, la miré por sobre el hombro y me enamoré. No paré de pensar en ella durante toda la noche, tanto que amanecí tras un pequeño accidente que obligó a mamá a cambiarme la ropa y las sábanas por la mañana. Después de desayunar no podía contenerme más y llegué corriendo hasta ella que seguía saltando y cantando como el primer día. Jugamos durante el resto de las vacaciones y nos despedimos fingiendo que a ninguno de los dos nos importaba demasiado, conocedores de los avatares de los amores de verano, demasiado conscientes de una pasión que seguramente durará toda la vida.


Sobre los pobres

por J.C. Brandsen
Volví a enojarme. ¿Que vamos a hacer?

Es siempre más apropiado estar del lado del más débil. Aún sin importar las intenciones del mismo, sus métodos o sus resultados, sus ideas o ideales. El perdedor es nuestra insignia y la bajeza nuestro ánimo. Empezó mucho antes del fútbol, aunque ahí se ve con claridad: no se puede hacer hinchada por Brasil, tampoco por Francia o Italia, hay que jugarse por los africanos, asiáticos, hasta España; más arriba en la escala de mérito es inaceptable. Simplemente, no se debe estar del bando ganador que siempre está teñido de un halo de desconfianza.

“Los últimos serán los primeros” es una frase espantosa, porque no dice nada y, peor aún, porque siempre es interpretada de una única manera: como falsa esperanza contra el resentimiento para los últimos y como amenaza para los primeros.

Igualmente, los que realmente nos atraen son los últimos que se mantienen últimos. Se nos hace insoportable pensarlos ganadores o sobrellevando sus problemas; no queremos ubicarlos ahí porque perderían el aura fantástica de la derrota, de los desposeídos, de las víctimas. Si lo hacen, si se superan y extienden más allá de nuestras cortas expectativas, deberemos buscar a otros en quienes depositar nuestra preferencia. También pasa con las bandas de rock o en política internacional. No nos gustan Estados Unidos, Alemania o Israel. Son vencedores de perfil alto. Preferimos a Cuba, Irán o Palestina, porque tienen todas las de perder y porque el folklore así lo indica. Juzgamos la potencia del grande siempre prepotencia, innecesaria, injustificada y –aún sin el menor criterio o información para el análisis– lanzamos diatribas mientras nos rasgamos las vestiduras.

Nos parece mal el ataque de Israel a territorio palestino porque sentimos que es Goliat contra David y hay que “hacerle el aguante” a David.

No estoy sosteniendo que uno tenga razón y el otro no, lo que digo es que no pedimos explicaciones a Hamas o Palestina, a Irán o Iraq. Nos alcanza con los gritos de dolor en el desierto para sentir que algo se está haciendo mal y que la culpa es del más poderoso, el más rico, el mejor formado y organizado.

En otra guerra, en 1982, Argentina tenía las de perder y perdimos. Y eso que nos encantaba relatar las historias de las guerras médicas donde unos pocos guerrilleros volvían locos a legiones. Era fantástico pensar en soldados mal comidos, mal dormidos y peor armados, enfrentando con la idiotez de “la patria y la bandera” a la armada mejor preparada del mundo. Nos olvidamos de la capacidad de organización de San Martín, de su aptitudes para el mando, su genialidad estratégica, nos enloquece verlo como un petisito de provincia que echó a los imperialistas españoles del continente. Nos encanta el Che, rebelde y bonito, llanero solitario de las selvas sudamericanas, fumando habano y tocándole el culo al sistema. Nos encanta Maradona en México 86, pero mucho más en 1994, puteando y quejándose porque “le cortaron las piernas”.

Nos gustan los pobres pero lejos, los líderes pero bien muertos y los ideales imposibles. Nos gusta un mundo que no es y nunca podrá ser. Nos gusta mirar para abajo porque nos sentimos un poco menos mal y podemos pararnos sobre los que ahí se mueven mientras acusamos al que está más arriba.

        Sin admitirlo, nos gusta ganar pero nos da miedo que nos critiquen y peguen “los buenos”, tememos que sea incómodo o demasiado difícil, por eso nos quedamos con poco o nada, añorando un mundo más justo o la paz de los muertos.