jueves, 18 de octubre de 2012

Atrás hay cielo


Héroe vuelto al caos



Fosil


El relato que sigue se inspiró en las dos pinturas de la artista Mara Hitters reproducidas más arriba. Más información sobre su producción en su blog El carozo de mi cereza o en Myspace.
Se sacó la ropa y se tiró al agua. Nadie intentó detenerlo. La mayoría conocía sus arranques. Nadar siempre le hacía bien, lo tranquilizaba, aunque últimamente algo siempre le entorpecía volver, como cuando se cierran ojos -durante ese mentiroso instante de la mañana- y algo en el sueño nos retiene un poco antes de acceder a la vigilia: tal vez una imagen o una palabra, la aparición de alguien, una sensación agradable.

Solamente ella se inquietó cuando lo vio hundirse en el río macizo, ese suelo líquido que lo recibió demasiado sereno -como si lo esperara- y metió la mano en el bolsillo para sacar un pincel, su talismán, su lámpara, su resorte, su espada, su voz, su alma. Buscó un charco oscuro y cargando las cerdas comenzó a pintar sobre su propio vientre. Tenía la piel traslúcida, un mapa elástico recorrido por caminos azulinos y rosas.

Él emergió unos segundos después, a unos treinta metros de la orilla, justo cuando los otros comenzaban a impacientarse.
Se puso a flotar de espaldas en medio de la corriente que ya lo llevaba y los otros lo increparon para que volviera. Parecía no escuchar a nadie, apenas se movía y tenía la mirada fija en el frente, en las nubes blancas, azules, rosas, pardas. Ella comenzó a caminar acompañándolo desde la orilla y ambos se alejaron del resto que rápidamente perdió las esperanzas de entenderlos o al menos de traerlos de regreso.

Los gritos se fueron apagando en la distancia, mientras ellos dos seguían lentamente el curso del río. Ella caminaba en la orilla, dando pasos largos y lentos, entre barro seco y pastos duros; él, en el río, se dejaba llevar al ritmo de la corriente, perdiéndose en ese espejo opaco que no devolvía nada. Los dos apenas si se miraban de vez en cuando para comprobar que el otro estaba ahí, a su modo, en el mismo recorrido.

En el momento en que el sol dejó de verse en el horizonte, él se acercó a la orilla y se observaron largamente, en una pregunta sin palabras. Él juntó agua con sus manos y le mojó el vientre disolviendo la costra de tierra seca en que se había convertido el dibujo, ella le corrió el pelo hacia atrás para descubrir sus ojos negros, profundos.

Ella habló:
Atrás hay cielo.
No importa lo mal
que te sientas hoy,
lo cansado que estés,
la poca gana que tengas.
Atrás hay cielo.
En un momento todo se abre,
las dudas ceden,
la energía vuelve
y por un instante
ves el cielo
y entendés todo
o lo suficiente.
Pero no se puede traicionar
el ruido de hoy,
ni la falta de energía,
los brazos y piernas,
rígidos, fríos,
como si corriera plomo
en vez de sangre.
Eso no se puede negar
ni el sueño permanente,
o el cansancio de vivir,
de estar atravesado
por esto que ya parece
perimido, viejo.
Resabios de un dolor
falto de fuerza y razones.

Dijo él:
Es que a veces hay que desgarrarse para poder ver del otro lado, abrirse un poco acá y otro poco más allá. No es fácil. Nada es fácil.
Me gustaría que estas cosas salieran con más facilidad, pero es siempre así, con mucho esfuerzo. Encima se me traban las palabras en la boca o más acá, cerca de la garganta, y se me va llenando de bronca la espalda. Me siento solo y tan rodeado de gente que no quiero ver a nadie. Nada ni nadie. No puedo más, así no puedo más. Estoy tan vacío, tan poco contento, tan falto, tan suelto, tan lleno, tan dejado, tan aislado o asilado, tan enojado, tan gordo, con tanta hambre, con tantas ganas de dejar de pensar, de dejar de estar así. Tanta necesidad de dejar. ¡Dejame!

Estuvieron en silencio un buen rato contemplando cómo la noche iba tragándose al río y al paisaje. Después caminaron despacio hasta encontrar al resto que ya había encendido una fogata y se sentaron completando la ronda.

–Gracias –le dijo él al oído y ella sonrió desde los ojos hasta los pies–. Gracias por mostrarme que atrás hay cielo.


Esteban Morin
Enero – Febrero 2009

Fosil - 2008 / tecnica mixta (50 x 35)
"Fósil" Mara Hitters 2008

Heroe vuelto al caos- 2008 tecnica mixta sobre tela (1,50 x 1,00)
"Héroe vuelto al Caos" Mara Hitters 2008