miércoles, 24 de noviembre de 2010

Condena


Texto encontrado, sobre una especie de condena que atravesaba en 2004. ¿Qué habré estado viviendo?


El otro día soñé que escribía en un viejo salón de piedra, como esos viejos monasterios medievales. Hacía frío y los dedos se entumecían. El silencio era el de un cementerio donde retumbaban los sonidos de mi respiración y de la pluma contra la superficie porosa.

Copiaba con tinta roja un viejo original que desaparecía mientras yo pasaba sus oraciones a mi papel. Un momento después ya no existía original del que copiar (es imposible pedir coherencia a un sueño) y era mi copia, mi propia invención, la que se desvanecía cada vez que lograba cerrar una palabra. Como una condena, sobrevenía la inspiración de una frase resolutiva que era absorbida en unos segundos por el pergamino, que se convertía en un cuaderno Rivadavia de a ratos, y me quedaba en el vacío de esa sensación. Un encadenamiento de hechos conmovía mi ánimo ya que necesitaba seguir escribiendo y, a la vez, continuaba viendo desaparecer los senderos de tinta antes de poder leer las frases concluidas.

Una vez despierto, rememoraba la imagen de las palabras perdidas de la misma manera en que hay sueños que se difuminan y sólo permanece la sospecha de la clave inaprensible en la vigilia.


Esteban Morin
Agosto de 2004

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