jueves, 29 de noviembre de 2007

Ir yendo

Es así, a todo año nuevito en enero le llega su agonía en diciembre, y a ambos extremos los une el desconcierto. El año se muere casi de un tirón y a mí, como en las películas malas, muchas veces me llega el momento de correr para que todo cierre, de explicar en estos últimos cinco minutos, cómo y por qué de tantos traspiés, rememorar las decisiones y se apoyarlas, aunque más no sea por el orgullo de que son propias y de nadie más, y de soñar una vez más con el maravilloso año próximo que nunca será como lo imagine hoy.
Pero este año, hay una sensación poderosa de nueva perspectiva. Las cosas, los objetos, las personas, la historia, no han cambiado más que en la superficie y sin embargo algo en mí, en la forma en que miro, lo modifica todo. Como encontrar un eje para algunas cosas en las que antes estaba más perdido. Por supuesto, ahora van surgiendo otras dudas en las que perderse, otras incertidumbres para seguir explorando, en fin más vida para seguir viviendo.
La imagen es de la autopista con niebla. Me gusta esta idea de la niebla como incapacidad de ver más allá de unos pocos metros, de estar obligado a ver el presente y a confiar en el futuro. Es una buena analogía con el pensamiento que no puede superar aquello con lo que cuenta en el momento, no para resignarse y quedarse en lo poco, sino para reconciliarse con lo que uno ha hecho en el pasado y encontrar todas las posibilidades del momento.

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