jueves, 27 de enero de 2011

Menos con sus fantasmas

El departamento huele a cosas muertas, a animales muertos que se esconden en los taparrollos de las cortinas y salen de noche a comer sus propias heces, a hacer ruiditos por los rincones. Todo está muerto por acá y yo me voy muriendo un poco. Estoy solo y abrazo esta soledad con angustia y con ánimo de cortarme los dedos, para no pensar más en este teclado. Tampoco la idea de llegar a casa me inspira demasiado, estoy sumido acá dentro. La ciudad apesta: basura en los rincones, transpiración permanente, cigarrillo pegoteado en la piel, en las alfombras, en los muebles.

Pasa una vieja caminando arrastrando un perro que boquea sediento o harto del cemento. No sé. El guardia del edificio, un gordo enorme que nunca he visto de pie y siempre está enviando mensajes con su celular, me saluda con un gruñido y un meneo de cabeza. Paso rápido frente a la mesa tratando de no llamar demasiado la atención. Temo que me pregunte a dónde voy o quién soy y por qué estoy acá, como si tuviera que dar algún tipo de explicaciones y como, a la vez, si todas esas explicaciones no pudieran tener ningún sentido y sólo explotaran la misma desubicación en la que me siento permanentemente, bueno casi permanentemente.

Escribo mails, todo el día envío mensajes a todo el mundo muy apurado, tratando de resolver cosas que me exceden por todos lados. Me imagino a gente que seguramente sería mucho más capaz que yo para desempeñar mi trabajo y me imagino qué harían para enfrentarlo y trato de hacer eso, de responder a esa imagen que se me genera en la cabeza con lo que creo que otros harían en mi lugar. Pero me desgasto. No soy yo. Así no soy yo. ¿Cómo soy? Buena pregunta, una muy hija de puta pregunta.

1 comentario:

  1. ¡Eso es! Escribí cuando tengas ganas, sin la presión de escribir.

    Me gustó mucho. Me sentí muy identificado con el último párrafo.

    Esa pregunta es mucho más que "muy hija de puta"... es al menos muy recontra hija de remil puta.

    ResponderEliminar