viernes, 13 de junio de 2008

Librería ideal


No sabe cómo entró al local, pero ya estaba sentado cuando tuvo el primer instante de conciencia. Tal vez fue el efecto de la luz, el olor a café recién molido, el eco del piso de madera, la sonrisa de la muchacha tras la caja, un rostro en la tapa de algún libro, los pequeños centros de mesa… la música, puede que haya sido la música que sonaba clara pero sin molestar, pero no, tampoco era eso y descomponer las partes no lo ayudaba; ya hacía tiempo que no ayudaba.

Pidió un café que vino con un libro para hojear y no tuvo tiempo para explicar que no tardaría en irse, que ni siquiera sabía por qué estaba allí ni para qué. Sorbió la bebida lentamente, se detuvo a observar las demás mesas donde otras personas parecían en la misma situación y entendió que lo que estaba incitándolo a permanecer, lo que había promovido que llegara hasta ahí, era cierta expectativa, cierto deseo de encuentro, cierta falta. De alguna manera, todos los presentes habían sido convocados.

(Continuará.)

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