lunes, 5 de abril de 2010

3000 caracteres 8

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El día había comenzado sin indicios del lío que podría venirse después: la rutina de ejercicios, el baño helado, el café habitual, el procedimiento de revisión de las herramientas de trabajo. Todo parecía sobre rieles hasta que se cruzó ese pájaro cuando bajaba del auto frente a la casa. Posado sobre el dintel de la puerta, como en el famoso poema que en ese momento no había podido recordar y ahora sí, aunque fuera un pequeño fragmento: Then the bird said, `Nevermore.'

"Qué mierda esas clases de inglés", murmuró con un aleteo como aplausos aturdiéndolo. No podía pensar. Miró el reloj. En diez minutos llegaría la empleada doméstica y media hora después la mujer. No había que perder más tiempo, pero no podía decidir qué hacer. Si se iba sin encontrar el casquillo las probabilidades de que lo descubrieran eran del ciento por ciento, podrían tardar un mes o un año, pero no había duda de que lo encontrarían finalmente.

Volvió a cerrar los ojos y a concentrarse. Por el tipo de resorte del arma los casquillos siempre volaban en una dirección similar si se mantenía el eje durante los disparos. Él tenía la tendencia a ir inclinando el arma por el cansancio que el retroceso de cada percusión producía, por una vieja lesión en el escafoides de su mano derecha. Normalmente los casquillos se distribuían en un semicírculo alrededor del punto de disparo dependiendo del rebote en la superficie del suelo.

Volvió a pararse en la posición del primer impacto y caminó despacio recuperando las imágenes. Se dio cuenta de que en uno o dos disparos había cerrado los ojos, el viento de unas alas molestaba su visión. `Prophet!' said I, `thing of evil! - prophet still, if bird or devil! ¡Bicho del demonio!

¡Basta! No había más tiempo para perder con estos ejercicios de principiante. Era imperioso lanzarse a la acción. Corrió a la cocina y sacó el delantal plástico del tercer cajón. Mientras se lo colocaba siguió camino hasta el baño y se puso la cofia en la cabeza cubriendo las orejas. Tomó las antiparras de la habitación de los niños y el barbijo de la caja de herramientas en el desván. Toda la operación le llevó cerca de cinco minutos.

Volvió al cuerpo y vio cómo la sangre comenzaba a coagularse sobre la alfombra. Empujó al viejo de costado y observó debajo. "Por supuesto que no iba a estar acá", pensó y lo dejó caer frustrado. Un ruido a chapoteo hizo la espalda contra el charco y su zapatos se salpicaron de rojo. De haber tenido un arma cargada habría descargado nuevamente quince disparos sobre la masa sanguinolenta del otro.

Con el cuchillo, una uña negra y filosa que se había ganado en Alemania, perforó la alfombra y dibujó un rectángulo enorme alrededor de la mancha. Empujó el sofá y la mesa fuera de este marco y enrolló el cadáver, un gran canelón de relleno crudo. Sonó el timbre.

Un blanco en el cerebro, una tarde de siesta, el sonido de las hamacas chirriando en el patio, todo de golpe, envuelto en el olor de un postre de vainillas horneándose despacio en la cocina. And his eyes have all the seeming of a demon's that is dreaming.

-Señor... ¿está ahí? -se escuchó la voz detrás de la puerta.

3 comentarios:

  1. hay saberes criminalìsticos acà! me gustan tus imàgenes, por ejemplo la del canelòn de relleno crudo: impresionante.

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  2. Sigo considerando que son muy buenos Esteban, yo siempre escribí y trabajé para otros en correcciones y editings. Listo, tenés el oficio incorporado. Para mí, no debería abrumarte la exigencia de los 3000 caracteres diarios, estás para el (a)salto a tu propio texto. Lets go...

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  3. Ando buscando gente con un perfil para invitarlas a que vean la invitación de mi blog... ¿dónde?
    www.tercerasalida.blogspot.com
    A la espera...
    Juan

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