en el proceso de la “instrucción política” [...];
se encarga ante todo de esta labor de “información pública”
y representa así una especie de escuela para adultos,
sólo que esa “instrucción” no está en manos del Estado,
sino bajo las garras de elementos que en parte son de muy baja ley."
Esta frase no corresponde a ningún miembro del gobierno de Kirchner I ni Kirchner II, ni al de De la Rúa, ni a ninguno de los que acusaron ser víctimas de intentos desestabilizadores y golpistas; es de Adolf Hitler y se encuentra textualmente en su libro "Mi Lucha". Con estas expresiones explica el funcionamiento de la prensa en la Viena de su juventud y detalla cómo a partir de esta experiencia entendió la importancia de manejar los medios para los fines propagandísticos del nazismo. Un manejo que ha sido el punto de partida para la construcción de estrategias políticas de comunicación que siguen utilizándose actualmente. Igualmente, hay algo que Hitler sabía -más allá de su documentada falta de recursos intelectuales- que nuestro gobierno parece ignorar, y es que no alcanza con la propaganda para lograr un movimiento popular, sino que hace falta un líder convencido y apasionado a quien admirar y con quien identificarse. Algo que Freud ya explicó largamente en cuanto a las psicología de las masas, y que también puede extenderse a los movimiento políticos y de gobierno.
De alguna manera, los Ks se emparentan con Hitler, del mismo modo en que D'Elía se asemeja a los señores que dicen que "hay que matarlos a todos esos negros de m...": son todos intolerantes y necios. En el conflicto gobierno vs. campo, el último tiene las de ganar como las tuvieron los militares en algunos procesos golpistas, porque mantienen un perfil bajo, no son prepotentes ni se meten con los ciudadanos. Ganan así la simpatía de un gran número de personas que no piensan más que en dar una lección de humildad a la presidente y a su gobierno. Humildad que será humillación y muestra de un contrapoder bien claro. También sabemos de las cosas que son capaces quienes llegan a posiciones de poder por la legitimidad de una mayoría cansada y silenciosa. Por esta vía, las cosas podrían terminar bastante mal.
Lo que sucede es que el gobierno erra de muchas maneras, pero la peor es con la prensa, no porque el fallo sea distinto, sino porque elige mal al adversario. Parece que la política fuera la del niño caprichoso, que cree que si llora y patalea más fuerte logrará que el otro le devuelva lo que considera suyo. Así reclama el gobierno las retenciones al campo y así también se queja por la pérdida de imagen y los "ataques" de la prensa.
Nadie discute el poder de los terratenientes o del grupo Clarín, ni las intenciones maquiavélicas que pueden mover a uno u otro a diferentes acciones; lo que duele es que quienes son representantes directos de los ciudadanos, porque se han ganado ese derecho y ese deber por el mandato popular, no sepan manejar estas contiendas con mayor altura, eligiendo mejor las palabras y las acciones.
Salir a decir que TN es "Todo Negocio - Todo Negativo" (como indican los carteles con los que se inundó la ciudad de Buenos Aires) es pensar que la gente es idiota. Ni un discurso ni el otro son verdaderos o -para ser más precisos- verosímiles: ni la protesta del campo está dirigida por Videla, ni los medios son mentirosos o negativos porque niegan la realidad de un país que va viento en popa hacia la costa de la felicidad. Si quienes manejan esa campaña piensan que la gente va a creerle más un gobierno, que miente en sus propios indicadores económicos, porque denuncia que los medios están atacándolo, está subestimando a la gente. Si es grande el descreimiento y la falta de confianza en el gobierno (que es el único indicador al que parecen estar prestándole atención desde la Casa Rosada) es porque han cultivado la mentira lenta y cabalmente. Tal vez por ahí deberían empezar para recuperar la legitimidad que se les escapa de las manos, invirtiendo la mirada para encontrarse con la imagen que les devuelve el espejo de otros actores de la sociedad y no sólo creyendo lo que escuchan de un pequeño grupo de aduladores y chupamedias.
[Hoy me desperté político, ya se me va a pasar.]


