Digo mi discurso una
vez más, presentándome y recordando mirar a todos los asistentes.
Los pongo en perspectiva de las actividades del día y de lo que
nosotros haremos los observadores. Hago los chistes de rutina,
provoco la risa de algunos y fluye un poco más de energía.
Ahora paso a las
instrucciones, doy los tiempos para el trabajo y la gente se aboca a
la lectura del caso que deberán resolver. Me siento en una silla,
alejado un metro de un extremo de la mesa y dibujo mi tabla con los
postulantes: Laura en una esquina, Juan Carlos a su izquierda y Pedro
a la derecha, más acá Julieta y del otro lado Agustina. Uso un mapa
gráfico ya que para mí todas las posiciones son en relación con
otras. Entiendo el lugar que uno ocupó por comparación con los
demás. Creo que aplico esto más allá de esta situación laboral:
somos en relación con los otros ¿no?
Todos leen
compenetrados y el aire podría cortarse con un cuchillo. Ya no me
importa esa tensión: me volví insensible y, si bien comprendo los
nervios de los otros, para mí es parte de una rutina aprendida y
eficaz.
Cruza un avión no
tan lejos y los autos se deslizan por la autopista. Una vibración
permanente mece la habitación luminosa. ¿Dónde estás? ‘I don’t
wanna lose your love tonight’. Bajo la mano hasta el café que dejé
en el piso y sorbo un poco; es un brebaje horrible, pero no puedo
evitar incorporarlo para intentar aceitar los engranajes de mi
cabeza. ‘Oh, oh, oh... I don’t wanna lose your
love tonight.’
Agustina empieza a
hablar buscando dejar claro que terminó de leer antes que nadie:
“Habla primera”, coloco en su casillero. Los demás se mueven
ansiosos y Juan Carlos hace una seña porque todavía le faltan unos
párrafos. Julieta se contiene, saca una hoja de la pila en medio de
la mesa, la dobla a la mitad y comienza a escribir de manera
incontenible.
Bebo otro poco de
café y miro mi hoja. Anoto la fecha en el extremo superior de la
misma y dejo el vaso de plástico de nuevo en el piso. Los otros
evaluadores hablan en un rincón y se ríen, uno de ellos escribe en
su laptop como si se le fuera la vida en ese correo electrónico.
–Me parece que lo
mejor opción es la cuarta… no sé que piensan ustedes –arriesga
Juan Carlos que por fin levanta la cara del papel. Pedro me mira
perdido y yo esquivo sus ojos escapando hacia la ventana. Una bandada
de pájaros cruza y desaparece en el piso. Es una larga caída desde
el piso veintitrés.
‘Josie’s
on a vacation far away.’ En la otra mesa, todos parecen
enfrascados en una lectura que supera sus capacidades y a la mirada
de otro evaluador que no sabe qué hacer sonrío y le indico que siga
atento a los movimientos del grupo. Ya van a empezar. A algunos les
lleva más tiempo arrancar.
En mi mesa la
discusión se lanza aunque es corta y un primer acuerdo llega
rápidamente. Un acuerdo que deberá validarse o destruirse en unos
minutos más. Completo mis casilleros. Juan Carlos: “Insiste con su
idea, no negocia.” Julieta: “Escucha las opciones que plantean
los otros y suma.” Laura: “Intenta liderar, pero algo no cierra.”
‘I just wanna use your love tonight.’ Agustina: “No para de
hablar, ¿escuchará?” Pedro: “Este pibe está pasándola mal.”
Mis anotaciones se
desenmarañan mientras recorro el dibujo que representan las personas
en el papel. Voy llenando casilleros casi sin pensar y me convierto
en una especie de registrador automático. Palabras y símbolos van
superponiéndose y completándose como una pintura que va creciendo.
Dejo la birome a un
costado y miro el cronómetro. Faltan unos minutos hasta que se
termine el tiempo y ya sé quiénes son los candidatos con mejores
oportunidades de éxito. Observo ahora a los otros evaluadores para
verificar mis propias apreciaciones, leo en sus caras sus
preferencias y tengo una idea clara de lo que vendrá.
Sonrío y doy por
terminado mi trabajo, en automático hablo, concluyo y entrevisto.
Las horas pasan y otro día brillante acaba. Algunos jóvenes
festejarán la posibilidad ganada y otros llorarán la frustración
del rechazo, aunque los roles puedan intercambiarse en el futuro
cercano. ‘Oh, oh, oh… I don’t wanna lose
your love tonight.’ Más tarde pasaré
mis notas en el reporte esperando haber hecho un trabajo justo,
mientras algo hace crack y se rompe dentro, un chasquido en la base
del cuello. Lloro.
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