-¿Qué es una sombra? Porque sin luz no hay sombra -dice mientras le calzo un calzoncillo largo, larguísimo antes del pantalón grueso-. Porque yo lo pensé solo, con mi cabeza... que sin luz no hay sombra.
Y a mí me vienen los movimientos complementarios de sístole y diástole, los binomios, los pares antitéticos, las fuerzas contrapuestas, los motores de la historia, la dialéctica y tanta teoría absurda.
-Porque para mí -continúa él, ahora mientras mastica unas galletitas parado sobre la silla porque temo que si lo dejo parado en el suelo los dedos se le pongan duros hasta romperse-. Las sombras son como personas que viven en el suelo y en las paredes, porque yo me muevo y se mueven, y si movés la luz también se mueven, como bailando. Copian lo que hago... ¿pero qué es una sombra? -remata otra vez con la duda.
-Es donde no hay luz -respondo mientras imagino ejercicios para mostrarle la física del haz de luz, del cono de sombra, los eclipses, la perspectiva, la matemática que de eso se desprende. Me voy para el lado duro, para las rectas y las geometrías, aunque igualmente, algo se mueve por dentro, algo que no sé explicar, y el maldito Jung y todos los arquetipos juntos.
-Para mí son personas que viven en el suelo -insiste él con la boca llena, el gorro hasta las orejas y los brazos tiesos en la campera inflada. -Y le digo que sí, que puede ser, mientras lo arrastro hasta la puerta y corremos a la parada de colectivos. Él salta de emoción cuando se acerca y me abraza fuerte mientras susurra-. Te quiero mucho, papá.
No sé por qué, por qué me quiere o lo dice con esa dulzura que rompe todo el hielo de la escarcha, de cada arruga y cada cruce de la historia.
Llegamos jadeando humo blanco, como tantas madrugadas de escuela, justo antes de que suene el timbre de acceso. Después la señorita me dirá que no entiende las consignas o que se distrae mucho en clase porque no quiere recortar palabras que empiecen con P ni dibujar los dominós para la sumas correspondientes. Que presta atención sólo a lo que le interesa, que se detiene en pintar y llenar de color las hojas.
-Es que no se queda quieto, está como ensimismado, como en otro lado -explicará y yo no podré decir nada, porque lo que a mí me interesa no es traerlo para acá, sino estar más tiempo del otro lado, con él.
Hermoso. Genio Mateo. Lo imagino perfectamente. Se pueden ver tus ideas, casi como una clase magistral y a él como en otro lado, en el intento de comunicarse con estas personas que viven en el suelo y las paredes.
ResponderEliminarLo leia mientras Emilia jugaba en su coche. Se me piantó un Lagrimón. Estaré especialmente sensible?
Por otro lado, que saben las maestras? Que supo realmente Newton y todos los demas "expertos" de la física? Quien puede asegurar que las sombras no son seres vivos que se pueden mover tal como dice Mateo y solo los podemos ver en ciertas condiciones?
Beso enorme a los dos.
El pensamiento lógico aplicado por Mateo para elaborar su deducción vale más que millones de palabras recortadas que empiezan con P, simplemente porque fue espontáneo y propio, no servido en bandeja por una escuela que no enseña a pensar, sino a imitar.
ResponderEliminarHermoso tu relato, a mí también me emocionó.
Besos para todos, Claudia.
Excelente! mi hijo Octavio es igual a Mateo, solo presta atención a lo que le interesa, desp vuela en su mundo y no termina la tarea en clase; y no es xq no sepa que hacer, simplemente eso que le piden que haga no es importante para él. Genial la historia!
ResponderEliminarBuenisimo!!!
ResponderEliminarEste pasa a ser mi favorito
hay las seños!!! hay los gobiernos!! resistí Mateo!!! segui abrazando a tu papá...
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