Filigranas solicitó a Mara Gunt, mientras prepara su serie personal en esta columna, que entrevistara a Narov Joseski y aprovechara la oportunidad como una suerte de presentación mutua para los lectores. Se transcribe a continuación el diálogo entre ambos.
Mara Gunt: –Señor Joseski ¿por qué no cuenta algo de sus orígenes para nuestros ansiosos lectores?
Narov Joseski: –Primero que nada: buenas tardes. No sé dónde habrá aprendido usted modales, señorita, pero se nota que le falta mucho todavía. Yo soy un señor mayor y merezco respeto. Además, una trayectoria como la mía no puede ser ignorada así porque sí de esta manera.
MG: –Disculpe entonces, señor Joseski. Buenas tardes, ¿cómo está usted hoy?
NJ: –¿Y a usted qué le importa? No sea entrometida y maleducada. Mi vida privada es cosa mía.
MG: –No quisiera molestarlo, señor, pero me mandaron hacer esta entrevista a la que usted también accedió. Si no es inconveniente, me gustaría hacerle algunas preguntas.
NJ: –¡Ah, sí! Claro, claro. Por favor, lance nomás sus cuestiones. Aquí estoy para responderle… bonita.
MG: –¡Disculpe!
NJ: –No se ofenda, señorita. Es que con esas piernas, uno entiende cómo usted ha podido crecer en el mundo editorial, contando con tan poco talento.
MG: –Su comentario es desubicado y sexista. La posición que ocupo la logré a fuerza de empeño, dedicación y talento, poniendo el pecho al periodismo comprometido.
NJ: –¿El pecho? Mire usted. Hubiera dicho que su fuerte eran las posaderas.
MG: –No puedo seguir con esto. Usted es un tunante insoportable.
NJ: –A mí no me corrés con insultos de diccionario, trepadora literaria. Conozco a tu clase. Los he sufrido en carne propia más de una vez. Desplazando calidad con amiguismo y favores.
MG: –Usted me confunde, Joseski, o sus ojos le fallan. No es que yo no aprecie mis propios dotes, pero estoy lejos de ser una jovencita encantadora: la nariz ganchuda, los ojos extraviados, mi brazos cortos y laxos, mi absoluta falta de delantera y encima
NJ: –Por favor, no trate de engañarme. Debe recibir piropos y propuestas a cada paso. Me extraña que haya venido sola a la casa de un hombre solo… porque usted sabe, soy solo.
MG: –Normalmente mi perfume es mi mejor guardaespaldas. Ya no sé qué hacer para dejar de transpirar así.
NJ: –Una mujer como usted debe provocar envidia a la mejor rosa.
MG: –¡Hombre, las cosas que dice!
NJ: –¿Por qué no se sienta a mi lado así hablamos con más naturalidad, sin ese grabador en el medio?
MG: –Mh… está bien.
La grabación se interrumpe en este punto. Junto al cassette, llegaron a esta redacción los dos textos que se publican a continuación: Receta para Pegote y Aforismo 2.
jeje, muy bueno che!!!
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